viernes, 29 de julio de 2022

Disertaciones sobre la existencia de Dios.

Sábado 30 de Julio de 2020, 00:10 am.

Disertaciones sobre la existencia de Dios.

 

     Cuando era un niño, era completamente feliz. A pesar de que me castigaban y lloraba por haberme portado mal, yo era feliz. Amaba a mis padres, amaba ir a la escuela y dibujar en las últimas páginas de mi libreta mientras escuchaba a mi maestra. Me perdía mirando el cielo, observando las nubes con sus extrañas formas y buscaba en ellas objetos, animales y monstruos. Quería hallarles un significado, un sentido, porque todo tiene un sentido. Me gusta hallarle el sentido a todo, saber qué significa cada palabra, cada gesto, cada pensamiento. De esa manera es que he llegado a amar tantas cosas y a entender el por qué no me gustan ciertas cosas.

Es por instinto, por observación, por naturaleza.

En nuestros genes debe existir algo que nos coloca a todos nosotros en nuestros cerebros el conocimiento de lo que es bueno y lo que es malo. Y si no es así, pues entonces tendríamos que admitir que debe existir un espíritu, un alma y “algo” que “enciende” el funcionamiento del mecanismo del cuerpo físico y de la mente. Algunos lo llaman “La Chispa Divina”.

Si analizamos ambos planteamientos de manera objetiva, llegamos a la conclusión de que el más cierto sería el primero y que el segundo sólo es el resultado de la fe y la esperanza producida por nuestro instinto de supervivencia, nuestra naturaleza, nuestra biología. Pero si somos seres inteligentes y tomamos nuestra intuición como certera, entonces ¿Por qué el segundo planteamiento tiene que ser casi imposible? Es que hasta el razonamiento nos indica que debe existir esa posibilidad que quizás nuestra mente no pueda comprender por completo porque la analizamos, obviamente, de una manera material.

Es allí donde entra nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestro ego. Es por nuestro ego que a pesar de saber qué es lo correcto, actuamos de una manera contraria a lo razonable. Es eso a lo que llaman el “libre albedrío”. Cada quien actúa según sus propias vanidades y deseos personales, sea cual sea fuere. Hasta los buenos actos se hacen por voluntad propia, porque los que ponen a la razón por encima de la vanidad hacen el bien, opinan y piensan correctamente.

Pero, ¿qué es lo correcto? Lo correcto es amarnos todos mutuamente como nos amamos a nosotros mismos. Es cuando ponemos a nuestra vanidad por debajo de amar y respetar a todos los seres humanos e intentar entender la causa de su comportamiento.

No se ustedes, pero eso de entender a los demás termina siendo amor. Porque ¿cómo no amar a los demás por eso a lo que llamamos defectos?

¿Será esa la capacidad de los ángeles? ¿La de amarnos a todos con nuestros defectos y debilidades?

¡Extraterrestres! ¡Nuestros creadores! Deben existir, eso dice nuestra lógica, nuestro instinto. Todos nosotros, los ateos, los cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, satánicos, luciferinos, góticos, artistas, músicos, científicos y todas las formas de pensamiento que existen saben, sabemos muy en el fondo, que no podemos estar solos en el universo.

Deben existir más seres, quizás iguales, inferiores o superiores a nosotros y en esto incluyo a los animales y a toda la naturaleza.

Si todo esto existe, entonces debe haber una causa, algo que haya generado todo esto, lo que observamos y lo que no, nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu, y eso debe ser Dios.

Porque vamos, si planteamos la hipótesis de que todo esto ha sido generado espontáneamente y aleatoriamente, entonces hay que admitir que existe esa propiedad y alguien o algo debió haberla colocado allí, alguien debió haberla programado.

Si la materia y la energía actúan por cuenta propia es porque dicha facultad les fue dada. La inteligencia es invención de alguien más inteligente, alguien infinitamente superior, un Dios, alguien que es todo lo que somos, todo lo que percibimos, todo lo que existe, alguien que con las cuerdas aparentemente indetectables de su existencia maneja absolutamente todo, pero dejando que exista de manera autónoma, con su propia voluntad. Son las leyes de la física, de la biología, de la Naturaleza, las mismas leyes del creador.

Entonces, si somos semejantes (o parecidos) a nuestro creador, significa que, así como nosotros amamos, Dios nos debe amar pero de manera infinita, tan infinita que perdona absolutamente todos nuestros pecados, que nos acepta con todas nuestras virtudes y desvirtudes.

Si comprendiésemos eso, entonces por nuestra propia inteligencia intentaremos parecernos a Él, intentaremos amar de la misma manera y nuestro comportamiento cambiará, nuestra personalidad y carácter cambiará y seremos mejores personas, sin juzgar, sin discriminar, SIN ODIAR.

Dios debe existir. Debe ser esa energía que por voluntad propia establece todas las leyes, las leyes de Dios, su Voluntad.

¿Y si no existe? ¿Por qué existimos? ¿Para qué?

¡Maravillosas criaturas somos los humanos!

                                               11:05 am.

P.D.

Este texto lo escribí en un ataque de ansiedad en el que me puse a llorar por unos minutos. Pero durante el llanto empecé a razonar y dejé de llorar y me dieron ganas de plasmar lo que tenía en mente, así que agarré mi lápiz y mi cuaderno y empecé a escribir un texto al que llamé “Disertaciones sobre la existencia de Dios”.

Espero sus opiniones y comentarios al respecto y que les haya gustado.

Los ama,

Wilkins Rojas.